Reedición del post de 28.12.2013 para un experimento de reflexión sobre comunidades de aprendizaje en la red.
Desde Dec2015 han cambiado esencialmente tres cosas. La cultura buffer ya va por su versión 0.4, han comprando el nombre Buffer.com -antes era BufferApp- y cada vez más encuentro más sentido a todo lo que proponen y soy más entusiasta con ello.
Hay veces en que piensas que lo que decía Lanier en “el Rebaño Digital”, su hastío al ver el alto porcentaje de remezclas, repeticiones, copias del mundo offline y, en general, de estructuras, conceptos e ideas desgastadas y sobadas y te rindes a darle la razón. Otras, no. Cuando ves el modelo de Buffer.com, por ejemplo.
Buffer, ¿Qué hace?
Buffer es una aplicación que -siendo muy esquemático- lo que hace es almacenar links que compartes en un buffer, para luego irlas enviando a medida que se planifique en varias redes sociales, de modo que no es necesario que tú te ocupes de enviarlo a todas ellas. Puedes dedicar un rato a seleccionar links interesantes y luego que se vayan enviando ‘en cómodos plazos’, ganando relevancia y no pisándote a tí mismo, claro. ¿No acabas de verlo? En este post dirigido al uso para Twitter, un poco ‘viejo’, pero muy concreto se explica muy nítido.
Una herramienta de intelligent sharing así -al margen de que Buffer es la que más me gusta- es necesariamente útil en este momento porque hace tiempo que el tráfico dirigido ‘socialmente’ ha sobrepasado al tráfico de búsqueda. Eso se veía venir. Hace años ya se advirtió que el social media marketing iba a sobrepasar al SEO. O sea, que es útil para todo usuario, pero extraordinariamente útil para dar soporte al social marketing, lo que le augura una LARGA VIDA.
La cultura de Buffer
Pero no es eso lo que hace de Buffer algo especial. Hay muchas empresas con larga vida por delante y no lo son. Lo que hace de Buffer una organización que sobresale es su cultura. Sólo unas pinceladas, porque el resto, es mejor descubrirlo por uno mismo.
- Posfordismo. Para cuando se nos llene la boca hablando de posfordismo y de la superación de la repartición de tareas, basta con ir a echar un ojo a las ofertas de empleo y veremos que la ultraespecialización de los perfiles, incluidas las nuevas tecnologías es la clave. Más que de posfordismo habría que hablar de superfordismo. Sin embargo, Buffer, se sale de lo común y advierte a sus posibles futuros trabajadores: “this is a startup. So your hands will get dirty on more fronts too!” Extraordinario.
- Ubicuidad. Nada más explicativo que dar un vistazo a las páginas de about de las empresas de Internet. ¿De verdad que una de las cosas guays de una startup es lo chachi de sus instalaciones o de los restaurantes que hay alrededor? ¿Y la ubicuidad? ¿De verdad estamos trabajando para la red, pero no podemos trabajar en la red? Pues sí. Sí se puede. Joel Gascoigne, el CEO de Buffer, en la línea de Matt Mullenweg, de Automattic (“We are passionate about making the web a better place” y los que han creado WordPress para quienes no lo sepan), lo explica en una ilusionante entrada de su blog: ‘The joys and benefits of working as a distributed team‘. ¡Se me van a caer las lágrimas de la emoción!
- Transparencia. A todas las organizaciones se les llena la boca hablando de transparencia. Pero hay modos que de tu transparencia hable por tí. A Buffer se le sale por las comisuras. ¿Ejemplos? Su política de salarios: todos los salarios de acuerdo a una tabla sencilla y públicos. ¿Otro? Extraordinario porque se parece a nuestro modelo de comunidad de aprendizaje en el máster de Educación y Comunicación en la red de la UNED. Todo email en los márgenes de la organización es potencialmente visible a todos sus empleados, como si el sistema de email se tratara de un sistema de foros organizados por temas, en el que por ello, se horizontaliza la comunicación consiguiendo que cada miembro sume sus capacidades al progreso del grupo. En sus propias palabras: esto es transparencia.
Ah! Y el primer punto de la Buffer Culture es el que más me gusta… Simplemente elegir ser positivo y feliz. ¡Bravo!
(*) Gracias a mis amigos Alejandro González Gómez y Alejandro González Fernández, de @laceluladigital, por dejarme leer su brillante estudio sobre memes.
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