La triple coontogenia netmoderna

Dada la particularidad de la condición humana, el escenario net-moderno tiene implicaciones que reestructuran la propia definición del individuo. Esto es así porque el ser humano es excepcional; al contrario que el resto de los seres vivos, se construye en dos fases. La primera, la común a todo el reino animal, una suma de procesos evolutivos desde las bacterias al hombre moderno; largo pero acumulativo, así que no hace falta que cada persona los repita. La segunda, la Ontogenia (=fabricación o creación del ser), mucho más rápida… cuestión de unos años, pero a recorrer por cada individuo. Y es que la persona se termina de crear por su relación social con ‘el exterior’, por medio de simple y pura comunicación. Del mismo modo que el ser humano construye a la sociedad, la sociedad construye al ser humano, se da una definición mutua, la primera coontogenia, que no se verifica exclusivamente en el netmodernismo, sino que siempre existió desde el origen de la especie y no se ha mermado en absoluto su vigencia.

La triple coontogenia netmoderna (CC BY: Comunicacionextendida.com) CLICK PARA AGRANDAR

La red relacional Web2.0 es el logro más sofisticado, hasta el momento, de la carrera de desarrollo de medios para la extensión de la comunicación humana que tuvo como hitos anteriores algunos tan incorporados a la cotidianidad como la televisión o el teléfono. Web 2.0 es una extensión –o quizás una ‘intensión’- de la sociedad conectada; su proyección al nuevo medio, generándose un subsistema réplica casi fractal de ésta. La segunda coontogenia se da entre estos dos sistemas autopoiéticos, Web2.0 y la sociedad netmoderna, y era esperable por el propio origen de la primera. La Web2.0, interioriza la sociedad, proyectando y retrabajando en el microentorno web instituciones, roles, rituales sociales… Pero reversiblemente, la sociedad también está evolucionando, cambiando sus métodos de relación, de utilización del tiempo de ocio o incluso de la propia definición del mismo, de intercambio económico, laborales, de verificación de estructuras de poder… por la inclusión en la cotidianeidad de construcciones y herramientas propias de Internet. Del mismo modo que ocurrió con la televisión, a un ritmo varios ordenes de magnitud mayor que aquella relación, entre la Web2.0 y la sociedad ‘convencional’ también se está verificando una coontogenia evidente cuyos corolarios entiendo que aún no pueden ser evaluados con precisión. En breve, la sociedad integrará las relaciones Web y no extrañarán construcciones mentales o metáforas que ahora puedan parecer excesivamente audaces a los no nativos, como lo fue aquella con la que comienza Neuromancer, de Gibson: ‘The sky above the port was the color of television, tuned to a dead channel’. Aunque, eso sí, actualizadas a Internet.

Es probable que Web2.0 o sus desarrollos y evoluciones tecnológicas no nos lleven en un tiempo mentalmente manejable a una comunicación tan fluida que sin necesidad de palabras, podamos ‘literally see what the other means’[1] o a comunicárnos completamente por delegación[2], pero ya es evidente que Web2.0 está redefiniendo las relaciones sociales, las cuales crean al hombre. Y he aquí la tercera coontogenia del netmodernismo. Suena un poco a Ciencia Ficción pero es el presente de los enculturados con Internet, los que pasan el tiempo con Facebook mientras nosotros lo hacíamos con Barrio Sésamo, de aquellos que antes se llamaba nativos digitales –ahora parece que está demodé-. El ser humano define la red. Obvio. Y la red está definiendo a las nuevas generaciones de seres humanos. Los nativos digitales están subiendo al escenario. Son el cyborg-homo connexum, quizás la próxima evolución del género, que gracias a la utilización natural de la tecnología para extender sus capacidades comunicativas, simplemente ignora el dudoso límite que fijaba el apotegma de Dunbar en 150 para las conexiones manejables en la red de relaciones de un individuo[3]. La sociedad ha cambiado. La comunicación ha cambiado. El género humano también. Con ellas.

 Raúl Antón Cuadrado

PS: Sí. A mí también me sonaba lo de Cyborg un poco a flipada. Pero después de leerme el manifiesto Cyborg de Haraway, no me queda duda de que somos precisamente eso: Cyborgs. Lo trataremos en un artículo próximamente: si quieres ser advertido cuando esto suceda, pon tu email a continuación y suscríbete a nuestra web.


[1] Cyberia Life in the Trenches of Hyperspace By Douglas Rushkoff 1994: 140
[2] Al fin y al cabo la ciencia ficción está llena de relaciones por delegación en una realidad virtual, a través de un icono o avatar de uno mismo, como precisamente en la película Avatar, Matrix o el comic del que se engendró la película los sustitutos, por citar unos ejemplos. Quitemos el pintoresquismo del planeta de los señores azules o la tierra dominada por máquinas y tendremos gente relacionándose por Internet, no cara a cara, sino a través de las identidades virtuales que se construyen para el medio.
[3] The Social Brain Hypothesis, Robin I.M. Dunbar. Journal of Evolutionary Anthropology n6

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