El original y la copia en la red

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Se dice que la red es el dominio de la infobasura[1], del plagio, de lo superficial[2] y de lo poco riguroso[3], del copiar-modificar-pegar, de las voces simultáneas que no dejan escucharse unas a otras, todo lo cual no es sorprendente porque no fue creada para la comunicación o la libre expresión, sino para del consumo y del negocio[4]…  Y si todo es copia, ¿Cabe el arte en Internet?

Para responder esta pregunta, se podría empezar recordando la evolución histórica del concepto –arte- empezando por los Griegos, cuyas consideradas ahora obras de arte tenían como fin último el copiar el original y en las que se consideraba algo indeseable cualquier toque personal del autor. Se podría recordar las pelis de Buñuel, indudablemente artísticas, aunque haya cientos de copias, igualmente artísticas, que es por otro lado lo mismo que pasa con el Quijote. O se podría jugar con los ejemplos lógicos, como ese que dice que si hago una copia exacta tal que es indistinguible del original, habría que considerar a ambos obras de arte a igual nivel. Pero se puede ir a algo más práctico: ver que en Internet todo está digitalizado y es inherentemente reproducible tantas veces como sea necesario, así que o no hay obras de arte, o es que el arte no esté en la obra, sino en el concepto que engendró la obra, como decía Duchamp (o como decimos ahora que decía).

El Arte es tozudo y escurridizo y se exige huir de las asfixiantes paredes de un original. En realidad, la discusión entre original y copia parte de un punto erróneo: el querer reificar el arte en una obra de arte; cosificar el arte, reduciéndolo a la obra de arte, para que sea de más fácil manejo. Pero el arte escapa a la cosa, la obra es sólo una huella de la experiencia artística con el interés de ser capaz de reproducir en el espectador una vivencia asimismo artística. Si Warhol o el ejemplo que supone la literatura –las obras son siempre copias- no lo habían hecho, Internet ha venido a despertarnos de esa ‘adoración’ museística al original, ha venido a dislocar el arte.

‘La diferencia entre un original y una copia se percibe muy a menudo como una diferencia topológica: un original está confinado a un espacio real (ya sea conceptual, ideológico o estético), tiene una función particular y está aceptado ampliamente en una comunidad, mientras una copia se ve frecuentemente como un proyecto que está bajo construcción, ahistórico y virtual. En el ciberespacio, la copia representa la reubicación del original porque expresa la multiplicidad. […] El arte dislocado cancela el intrincado juego entre copia y original y muestra la imposibilidad de diferenciar entre estos dos conceptos Serban, Alina. «Manifesto: Dislocated Art.» ’

Raúl Antón Cuadrado


[1]‘Junto a la información y a la comunicación significativa conviven las formas más degradadas del conocimiento, del ocio y del

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entretenimiento’ Conectados en el ciberespacio. Roberto Aparici. Cap 1. Pg 32.

[2] But I’m not blind to the limitations and the flaws of the blogosphere – its superficiality, its emphasis on opinion over reporting, its echolalia, its tendency to reinforce rather than challenge ideological extremism and segregation” (Carr 2005)
[3] Habermas en Japón
[4] (Carr 2005)

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