El e-líder y el gran hombre melanesio

Revisando entre notas perdidas he visto un artículo antiguo  sobre el liderazgo en Internet que me ha hecho pensar en los grandes hombres melanesios. ¡Ahí es nada el retruécano!

El e-líder tendrá que gestionar la incertidumbre, aprender constantemente de sus experiencias, tener una gran capacidad de autocontrol y comunicación, y prestar atención a los que le rodean (virtualmente hablando claro está). Su valor se basará, básicamente, en su capacidad de e-educar, crear equipos virtuales y de involucrarlos para que trabajen con él en un proyecto común. Los e-líderes serán cada vez más dependientes de sus subordinados para obtener la información necesaria, tanto si quieren como sino. Por el contrario, los e-seguidores serán grandes generadores de valor. Desaparecerá el mito del líder como personaje heroico y carismático, y del seguidor como puro sirviente de lo que el líder dice o hace. La relación líder-seguidor tomará una nueva dimensión, habrá equipos y no individuos encargados de asumir la dirección, basada en su totalidad en un compromiso, afección y confianza mutua [el líder en Internet]

Yo prefiero repetir el análisis más centrado en su red de relaciones, en sus seguidores. Básicamente pensando que el líder debe de ser un nodo en una red de relaciones que cumpla dos características fundamentales. Por un lado que sirva de puente entre varios clusters  o agrupaciones de relaciones y por otro que sea central en alguna de estas redes de relaciones (es decir que la mayoría de los integrantes una red –o varias- se relacionen directamente con él). Visto así, para asumir un rol de liderazgo, se difumina la diferencia entre personas o avatares. Es decir, el líder ya no es una persona, sino una identidad virtual: puede ser una persona, pero también una empresa, un puesto determinado que va pasando de mano en mano, una de las diversas sub-identidades en la red que puede asumir una persona  o una mezcla de todas ellas.

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En el contexto actual de liberalismo netmoderno, el individuo es poco proclive a movilizar gratuitamente sus recursos valiosos –en la red básicamente información y relaciones- a favor de nadie. Sin embargo exige gratuidad en la movilización de los recursos ajenos (valgan como ejemplo la reescritura del mito de Robin Hood en el rol del Hacker o todo lo que se ha escrito acerca de la no-ley Sinde). Así pues, el individuo sólo puede aceptar como guías o líderes en la red a aquellos capaces de devolver –aunque sea de manera diferida- más de lo que se les aporta. Esa es la razón de las dos condiciones del liderazgo. La única manera de que un e-líder devuelva más de lo que el individuo le aporta (sobretodo información) es teniendo ‘varios caladeros de relaciones’, siendo puente entre varios clusters. Y además incluye un corolario o consecuencia: el líder podrá guardar su condición de líder mientras proteja precisamente sus relaciones, es decir, que el flujo de informaciones entre varios clusters de relaciones, deba de pasar por él. El líder, puede ser generoso a la hora de redistribuir sus informaciones, pero cicatero a la hora de poner a disposición sus contactos, so pena de dejar de serlo en beneficio del nuevo utilizador de este recurso. Esta es la curiosa imposición netmoderna, casi contradictoria.

Sabido lo anterior, el esquema de ‘gran hombre’ melanesio casi no necesita ser explicado. Simplifiquemos y asumamos ciertas licencias…

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Pongamos al e-líder de la Web en medio del Pacífico, en Melanesia, donde las entidades tribales tienen entre 50 y 100 individuos; cifras en las que encajan los grupos de interés en la Web (¿Alguien ha oído hablar de las teorías del número de Dunbar?). Asumamos que los clusters de relaciones se dan en el entorno de una tribu y que para interconectar varios grupos/clusters se emplean celebraciones rituales, como el kula[1], al que sólo los líderes están invitados. Nota: el kula es una especie de plaza de mercado que ponía en relación a ciertas islas de Melanesia. Se celebraba en un lugar al que se llegaba por mar y sólo eran invitados los jefes  o líderes y sus asistentes. El kula consistía aparentemente en un fortalecimiento de relaciones entre jefes mediante un intercambio ritual de bienes ceremoniales, pero en realidad se intercambiaban en paralelo bienes reales. Y ¿Cómo se llega a ser un big man? La autoridad del gran hombre se basa en su poder personal, en acciones que consiguen sumar followers a su facción y, al contrario de lo que ocurre en sociedades más complejas no tiene una integración vertical más allá, esto es: no existe una jerarquía por encima de los grandes hombres que los agrupe. Este cargo –o más exactamente estatus-, ganado por cada persona, no es hereditario ni existe un método descrito de sucesión, sino que lo otorga la sociedad y, al cabo, es la sociedad misma quien depondrá al big man cuando haya otro que cumpla mejor las funciones. ¿Qué espera la sociedad de uno de estos big man? Homos económicos que somos, simplemente los seguidores de un gran hombre lo son porque esperan obtener de él más de lo que le dan, aunque pueda ser este retorno de manera diferida. El gran hombre se fagocita a sí mismo, porque debe movilizar los recursos que dispone de sus seguidores para pagar con creces los favores-recursos de los seguidores más antiguos y sufre la exigencia de todo chiringuito piramidal –véase Forum y Afinsa-. Un gran hombre, o amplia constantemente su cartera de afiliados, implicando una excepcional carga de trabajo personal e incluso de privaciones a él y su propio clan, de modo que pueda retornar a cada seguidor más de lo que cogió de él o, llegado un momento –postergable, pero ineludible-, se derrumba su influencia. En ese punto, surgen nuevos grandes hombres ‘de moda’ construyendo su imperio de seguidores a partir de la base de una familia potente y, o, numerosa y algunos ‘no adscritos’.

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Y hay enormes semejanzas conceptuales del big man, que trata con los otros grandes hombres y redistribuye taros o ñames, a los líderes de opinión en la Web, que redistribuyen información entre grupos aprovechando su condición de puente entre racimos/clusters de relaciones. Quizás la piratería y, en más medida, la confusión originada por las multinacionales de la comunicación entre pseudogratis y libre, están reescribiendo el modelo de relación económica en la red. Ante la imposibilidad real de capitalizar suficientemente en términos económicos los servicios prestados por los e-líderes a través de la red –en el sub-escenario en que todo debe de ser gratis para tener adeptos-, se llega en Internet a una economía meritocrática o incluso paralela a la de gran hombre melanesio. El líder es víctima de su propio liderazgo porque para mantenerlo debe de invertir mucho esfuerzo y tiempo personal con un retorno que ha venido en llamarse ‘de méritos’, en forma de followers o amigos, lectores o comentarios en su blog, karma en meneame.net, etc. Sin embargo, el retorno económico casi nulo, lo que casi asegura la imposibilidad de perennizar la carga de trabajo soportada por el e-líder. Carr, se hacía esta pregunta[2]  ¿existe alguna minoría que se está lucrando de los esfuerzos gratuitos de los internautas, a los que se les pone medios de producción, pero se les niega la propiedad de sus trabajos? Mi respuesta es: sin duda. Los circuitos ultraliberales que dominan la Web están forzando en su frontera algunos esquemas económicos que me resisto a llamar primitivos –soy antropólogo- pero llevaban tiempo sin aparecer en el occidente globalizador. Y no son inocuos: pueden llevar a la exclusión social y la proscripción de grupos de personas que originan contenidos distintos de los de las corrientes oficiales. Y esto no tiene vuelta atrás: silenciadas las opiniones divergentes, podremos tener la más completa de las democracias pero ninguna libertad.

Raúl Antón Cuadrado

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[1] Aparte de Wikipedia 🙂 para comprender el Kula nada mejor que volver al clásico. Bronislaw Malinowski fue el primero que habló en detalle de esta práctica, desde su experiencia de trabajo de campo en las islas Trobriand –hoy en día Kiriwina-. Hay varias publicaciones originadas en su trabajo de campo, incluyendo ¡Traición! una transcripción de su cuaderno en el que se pone de relieve que era mmm… un tanto etnocéntrico. Sin embargo –cosas del directo- en realidad hablaba de oídas, porque en principio le habían dejado participar en un Kula como observador, pero se desencadenó una tormenta tal que tuvieron que aplazar el viaje y a partir de ese momento, fue vetada la presencia de Malinowski en estos eventos, por gafe.

[1′]Evidentemente mi descripción del Kula es una simplificación, porque según el testimonio –aunque no olvidemos que de segunda mano- de Malinowski, había algunas islas en las que toda persona podía participar. Eso sí… con el truco siguiente: ¿Quién tenía en posesión los artículos ceremoniales que eran el pase para la participación en el intercambio?

[2] The amorality of Web2.0. Ensayo visionario –de 2005- que se puede accede a través del blog roughtype de Nicholas G. Carr

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