Las competencias de la era digital, la obtención, el almacenamiento y la producción de piezas cognoscitivas (las tres competencias identificadas en la primera parte del artículo), son actividades necesarias también en el entorno ‘sin red’. ¿Entonces, qué particularidades  añade la sociedad red a estas tres actividades?

• Obtención Hay mucha más información disponible. Toneladas. Así que hay que saber buscar, saber
  

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  discriminar lo útil y lo pertinente de lo insustancial, y comprender lo que se criba varios órdenes de magnitud más deprisa. La clave es la velocidad. Por que además, no hay que olvidar que con la obsolescencia actual de los conocimientos, no vale con estudiar algo y tener el diploma, hay que estar constantemente aprendiendo, regenerando la base de conocimientos, como refleja la grafía china de la palabra aprender: 學會[1]

• Almacenamiento Hay mucha más información a almacenar, pero tenemos la posibilidad de usar herramientas IT para almacenar e indexarla para su recuperación. En herramientas IT, como se decía en la primera parte del artículo, no sólo está el hardware (los pinchos[2] como dice mi madre), sino la infrastructura de relación social por red que sirve de almacenamiento “I store Knowledge in my friends”[3] (Karen Stephenson).

• Producción de contenidos. Existe la posibilidad real –la palabra real es la que marca la diferencia- de ser “escuchado”. Además, y esto es otra novedad, se facilita colaborar la creación de contenidos en colaboración con grupos de trabajo que pueden ser dispersos geográficamente, lo que permite equipos más afines, complementarios, eficaces sin tener restricciones temporales o presupuestarias para las reuniones.

Y estos tres mandamientos se encierran en dos, se necesita recursos técnicos (ordenador, buena conexión a Internet) así como formación para utilizarlos, alias competencia tecnológica, y una voluntad que predisponga a aceptar incertidumbres y entornos mutables. La terna competencia tecnológica, acceso a recursos y aceptación del cambio  no es aséptica en absoluto, sino que es la generatriz de la doble brecha digital que marcará la frontera entre inclusión y exclusión social en solo una década. Lo primero significa que el acceso diferencial a la formación y a los recursos tecnológicos configurará -ya lo hace- una brecha entre integrados y desposeídos del bandwith. Lo segundo que existe una brecha mental entre nativos digitales -e inmigrantes exitosos- y los que esquivan estos cambios. Aquellos que en lugar de ver las novedades que trae Internet como el presente inevitable, reaccionan con la estrategia del avestruz, tendrán comodidad a corto plazo, pero quedarán en una incómoda situación a medio.

Raúl Antón Cuadrado

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[1] http://aprendizajeyorganizaciones.wordpress.com/2011/01/04/%C2%BFque-es-aprender/ En el idioma chino, dos caracteres representan la palabra “aprender”. El primero significa “estudiar”. Se compone de dos partes: un símbolo que quiere decir “acumular conocimientos” y que se pone encima de un símbolo que representa a un niño en una puerta. El segundo de los dos caracteres significa “practicar constantemente” y muestra a un pájaro que desarrolla la capacidad de salir del nido. El símbolo superior representa el vuelo; el inferior, la juventud. Para la mentalidad asiática, aprender es una actividad continua. Tomados conjuntamente, “estudiar” y “practicar constantemente” sugieren que el aprendizaje debe significar “dominio de la manera de mejorarse a sí mismo”. Tomado del libro “Escuelas que aprenden” de Peter Senge (Grupo Editorial Norma, 2002. ISBN: 958-04-6511-8

[2] USB Keys

[3] Karen Stephenson