Yo tenía un jefe que decía que leía mis emails en transversal. Siempre me decía ‘lo he leído en transversal, explícamelo con tus palabras para ver si lo entendí bien’. ¡Yo creía que era un cachondo! Y resulta que era un pionero de la lectura ciberespacial.

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Carr, César Bernal y Ángel Barbas [1] coinciden en apreciar que ‘la forma tradicional de lectura lineal y secuencial se está transformando en una lectura en horizontal, a saltos rápidos y muy variados’… lo que podría suponer una dificultad para las actividades de reflexión y concentración y, en suma, una pérdida de capacidades para el pensamiento profundo. Yo más bien creo que para reflexionar y concentrarse se necesita un esfuerzo y por ello, hay que dejar de leer. Claro que en algunos libros convencionales se puede seguir leyendo y reflexionar a la vez: sobretodo porque están llenos de grandes párrafos que no dicen nada o son tan fáciles de leer que leer no requieren un esfuerzo dedicado. El que ‘Los pilares de la tierra’ me lo pueda leer, mientras hago la ficha a quien entra al metro y pienso en qué hago para cenar, no está mal, porque es un producto de entretenimiento puro y duro. Pero que coja artículos científicos y me lea el principio y el final de los párrafos gordos, sin perder su sentido, me hace pensar.

Con Internet, la atención hay que capturarla, porque hay millones de opciones, pero aún más importante: hay que mantenerla. Si merma, zas ¡el lector salta a otra página y la tuya queda en un episodio borrable del historial del navegador y, como mucho, unas cookies! No creo en la arrogancia del autor que dice que la nueva forma de leer saltando de un sitio a otro no deje pensar, sino que los que generan (¿generamos?) pensamiento debemos de dejar de repetirnos y, o, rellenar con paja… Es decir, debemos adaptarnos a la nueva narrativa del Ciberespacio: si queremos que alguien haga el esfuerzo de leer algo más largo que un Tweet, debe de valer MUCHO la pena. El receptor, es

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también creador de sus propios itinerarios: no es que tenga varios libros en su mesilla entre los que pueda saltar, sino que tiene millones de webs interesantes –que lee intensamente, aunque probablemente sólo lo que hay en negrita- y eligen sus preferencias punto por punto y, amigo, ¡deciden también cuando se paran a pensar!

Raúl Antón Cuadrado

[1] César Bernal Bravo y Ángel Barbas Coslado,  “Una generación de usuarios de medios digitales” en (Aparici (Coord.), Conectados en el ciberespacio 2010).